La sociedad Paracas ocupó los valles de Chincha, Pisco, Ica y Río Grande en la costa sur del Perú. Esta zona es un territorio desértico de clima cálido y seco en verano, y ligeramente húmedo en invierno. La sociedad sobrevivió gracias a la pesca, la caza, la recolección de frutos y mariscos y el cultivo de sus valles. Para contrarrestar las limitaciones que el medio ambiente ofrecía para el desarrollo de la agricultura, los Paracas utilizaron la técnica agrícola conocida como hoyas o campos hundidos. Esta técnica consistía en cavar un hueco hasta alcanzar la tierra húmeda necesaria para cultivar. Adicionalmente, se construyeron canales de irrigación que partían de una bocatoma ubicada valle arriba hasta alcanzar la tierra necesaria para cultivar.
Áreas funerarias
Entre los años 1925 y 1927, el arqueólogo peruano Julio C. Tello encontró unos enormes cementerios (áreas funerarias) en la península de Paracas. El clima seco de la zona favoreció que los cuerpos lograsen un excelente estado de conservación. Basado en estos hallazgos, Tello dividió la historia de Paracas en dos etapas según la manera en que se encontraban sus muertos:
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